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Show AGRIL 1, 2005 Gonzales podría ofrecer soluciones realistas al problema de inmigración or ser el primer latino a la cabeza del Departamento de Justicia y nieto de inmigrantes mexicanos, por si fuera poco, el Procurador General, Alberto Gonzales, está bien situado para ayudar a formular una política sobre inmigración ilegal que sea firme pero también honesta en lo + Concemiente a la adicción de los estadounidenses a la mano de obra barata. | - Ahora Gonzales tiene la oportunidad de abordar el asunto, gracias a un desafío de un congresista mexXicano-americano. bio du E | El representante Raúl Grijalva, demócrata por Arizona, envió recientemente una carta al Procurador General pidiéndole que mandara agentes federales —del FBI, los U.S. Marshals, o lo que -fuera— a la frontera entre Méxicoy Arizona para vigilar el Proyecto de los Milicianos. El término se refiere a los aproximadamente 1.000 voluntarios de todo el país que, a partir del 1? de abril, planean ayudar alos agentes de la Patrulla de la Frontera a ubicar inmigrantes ilegales. | Según Grijalva, la aventura crea una situación de tal volatilidad, que exige acción por parte del De| | partamento de Justicia. “La presencia de estos grupos sin ninguna vigilancia crea una situación en la que puede ocurrir algo violento”, dijo Grijalva. La Patrulla de la Frontera está de acuerdo. Dijo a los Milicianos que se quedaran en casa y que dejaran la vigilancia de la frontera a los profesionales. Los agentes tienen sufiOR cientes cosas para hacer, sin tener que estar observando a mil ciudadanos estadounidenses para asegurarse de que no pierdan el control y le hagan daño a alguien. | Pero los Milicianos son rebeldes y planean ir de todas formas. Eso es lo que no entiendo de estos patanes. Ansiosos por jugara policías, hablan mucho sobre la importancia de la ley y el orden. Pero, cuando los agentes de las fuerzas de seguridad les dicen que se hagan a un lado, les importa un bledo esa orden e insisten en su programa. No es de sorprender que el presidente Bush haya dicho, recientemente, que los Milicianos no son otra cosa más que “vigilantes”. | Uno de los voluntarios hasta me invitó a unirme a la diversión. Leyó una columna en la que yo aplaudía los esfuerzos del Congreso para agregar 2.000 agentes nuevos a la Patrulla de la Frontera. De allí dedujo que yo debo apoyar el Pro-yecto de los Milicianos. Por qué no se encuentra con ellos en Arizona, dijo. Por ser un columnista mexicano-americano conocido por elogiar a los inmigrantes, mi presencia podría ser un A | ] estímulo para los Milicianos. Me abstengo. Tengo demasiado respeto por las fuerzas de seguridad reales para brindar apoyo a una banda de imitadores. Además, el lector interpretó mi posición incorrectamente. Dije que yo apoyaba el agregado de nuevos agentes a la Patrulla de la Frontera —con escudos, uniformes, armas, meses de entrenamiento, etc.— y no a guardas aficionados que toman la ley en sus manos. Este malentendido ilustra un gran problema existente en el debate de la inmigración. No hay matices. Los extremos —tanto en la derecha como en la izquierda— no están contentos a menos que uno los apoye cien por cien. . La misma columna por la que obtuve la invitación de los Milicianos provocó una discusión con algunos estudiantes mexicano-americanos de la San Diego State University. Me encontré con ellos después de un almuerzo en honor del líder campesino ya fallecido, César Chávez. El ex presidente del Sindicato de Campesinos Unidos hubiera celebrado su 78" cumpleaños el 31 de marzo. Pero, he aquí la ironía: a pesar del hecho de que los activistas mexicano-americanos de la actualidad veneran a Chávez, el líder sindicalista, en su época, no era más tolerante con los inmigrantes” ilegales de lo que los Milicianos lo son ahora. Con la preocupación de que la contratación de los inmigrantes ilegales bajara los jornales, Chávez —según numerosas versiones históricas— pedía a los miembros del sindicato que llamaran al Servicio de Inmigración y Naturalización (INS, siglas - en inglés) para informar sobre la presencia de inmigrantes ilegales en los campos y para exigir que la agencia los deportara. Se sabe que funcionarios del sindicato incluso hacían piquetes frente a las oficinas del INS para exigir medidas más severas contra los inmigrantes. | | Y en 1973, en uno de los capítulos más vergonzosos en la historia del Sindicato, la entidad organizó una línea de contención para impedir que los inmigrantes mexicanos entraran en Estados Unidos. Bajo la guía del primo de Chávez, Manuel, los miembros del Sindicato de Campesinos Unidos trataron primero de convencer a los inmigrantes de que no cruzaran. Cuando eso no funcionó, atacaron físicamente a los inmigrantes y dejaron a algunos de ellos ensangrentados. Sucedió en el mismo lugar en que los Milicianos están: planeando reunirse: la frontera entre Arizona y México. da j ] En ese momento, el periódico The Village Voice expresó que el Sindicato había orquestado “una campaña de terror indiscriminado contra cualquiera suficientemente desafortunado para caer en su red”. En su libro, “The Fight in the Fields” (La lucha en los campos), Susan Ferris y Ricardo Sandoval recuerdan el incidente de la frontera y escriben que el asunto de cómo tratar a los indocumentados fue “particularmente conflictivo” para Chávez. |